domingo, 25 de enero de 2009

ANALISIS DE LOS COMPONENTES DEL DISCURSO

Ferdinad de Saussure (1857-1913)

El signo lingüístico no vincula un nombre con una ‘cosa’ sino un concepto con una imagen acústica
Sausurre consideraba que la lingüística del siglo XIX no se cuestionaba profundamente qué es el lenguaje ni como funciona, decidió entonces abocarse a la investigación de éste, por sí mismo. En su Curso de Lingüística general Sausure propone dejar de lado el estudio del lenguaje desde una persepectiva histórica (filología) y analizarlo desde el punto de vista estructural.
El enfoque de Saussure, sostiene que todas las palabras tienen un componente material (una imagen acústica) al que denominó signficante y un componente mental referida a la idea o concepto representada por el significate al que denominó significado. Significate y significado conforman un signo.

Ampliando el horizonte de la lingüística
Ferdinad de Saussure relacionó a la lingüística con un estudio más general que los signos... identificó las características de la lengua como entidades mentales, subrrayó la creatividad del lenguaje, estableció una terminología que favorecía la definición precisa de términos generales, en lugar de la adopción de téminos técnicos, adoptó un sistema didáctico que recurría con frecuencia a las analogías tomadas de la música, el ajedrez, el montañismo o el sistema solar para describir mejor los rasgos del lenguaje. Estos logros, introducirán a la lingüística en el siglo XX...

Lengua y habla
Ocupados en el desarrollo histórico del lenguaje, los lingüistas tomaban como campo de estudio la lengua escrita. El punto de partida utilizado por Saussure fue pues, el de la individualidad del acto expresivo: la palabra hablada. Se presenta así la primera distinción teórica entre:
Lengua(el sistema): O lo que podemos hacer con nuestro lenguaje y;
Habla(el uso del sistema): O lo que de hecho hacemos al hablar.
En algunos idiomas, existen vocablos diferentes para referir estos dos conceptos, en inglés por ejemplo, se utilizan los términos "language" para significar "lengua" y "speech" para el habla. Sin embargo, pese a esta diferenciación conceptual, ningún lingüista antes había focalizado sus estudios desde esta perspectiva y la principal crítica de Saussure al enfoque tradicional de la lingüística.
Esta diferenciación teórica, requiere, consecuentemente, una definición de signo lingüístico que excluyera los sonidos efectivos del habla.

Significante y significado
La definición de signo lingüístico de Sausure incluye solo dos componentes y no es más compleja que la empleada en la nomenclatura que él mismo criticara debido a su simplismo. En efecto, admite la división del signo en dos partes, ya que considera que la división propuesta por la nomenclatura era atractiva, sin embargo, enfatizaba que debía evitarse sobresimplificar los procesos involucrados en el lenguaje.
Saussure, en su definición de signo, reemplazará el vocablo nombre, utilizada en la conceptualización de nomenclatura, por imagen acústica esto es, la imagen mental de un nombre, que le permite al hablante decirlo, y luego reemplazará a la cosa por el concepto. Es otras palabras, en su definición, une dos entidades que pertenecen al lenguaje eliminando el plano de la realidad de los objetos, esto es, los referentes sobre los cuales se emplea el lenguaje. Porque si tanto el significado como el significante son entidades mentales, es evidente que su marco teórico propone una ruptura entre el plano lingüístico y el plano del mundo externo a la mente.
Finalmente, esta definición de signo lingüístico se completará cuando le da el nombre de significante a la imagen acústica y significado al concepto mental con el que se corresponde dicha imagen acústica.
Cabe preguntarnos por qué Saussure eligió términos tan parecidos corriendo riesgo de confusiones conceptuales, aparentemente, consideró que la mínima diferencia formal entre ambos términos destacaría su contraste.

Principios de arbitrariedad y linealidad
El signo lingüístico es arbitrario en el sentido que la conexión entre significante y significado no se basa en una relación causal. La prueba de tal afirmación, reside en el hecho que las distintas lenguas desarrollaron diferentes signos, esto es, diferentes vínculos entre significantes y significados; de otra forma, sólo una lengua existiría en el mundo. Ahora bien, aún aceptando la arbitrariedad del signo en lo que respecta al vínculo entre significante y significado, es claro que esta conexión no es arbitraria para quienes usan una misma lengua, porque si esto fuera así, los significados no serían estables y desaparecería la posibilidad de comunicación.
El principio de arbitrariedad opera en forma conjunta con el segundo principio de Saussure que afirma que el significante siempre es lineal. Lo que significa que los sonidos de los cuales se componen los significantes, dependen de una secuencia temporal.
Saussure afirma que el funcionamiento del lenguaje depende de la linealidad y que esto tiene importantes consecuencias dado que la linealidad impide ver u oír varios significantes simultáneamente. Mientras que la linealidad del significante es una cadena, la arbitrariedad que entre ambas partes del signo es un vínculo único.

Inmutabilidad del signo
Al analizar el signo en relación a sus usuarios, Saussure observa una paradoja: la lengua es libre de establecer un vínculo entre cualquier sonido o secuencia de sonidos con cualquier idea, pero una vez establecido este vínculo, ni el hablante individual ni toda la comunidad lingüística es libre para deshacerlo. Tampoco es posible sustituir un signo por otro.
La lengua castellana podría haber elegido cualquier otra secuencia de sonidos para el significado que se corresponde con la secuencia C-L-I-M-A, pero una vez que dicho vínculo se ha consolidado, la combinación ha de perdurar. No es posible legislar sobre el uso de la lengua.

Mutabilidad del signo
Sin embargo, con el tiempo, la lengua y sus signos, cambian. Aparecen así, lentamente, modificaciones en los vínculos entre significantes y significados. Los significados antiguos se especifican, se agregan nuevos o se clasifican de modo diferente. Por ejemplo la palabra "ratón" adquiere un significado distinto en relación a las computadoras, en este caso, dos vínculos entre significado y significante coexisten simultáneamente.

Sincrónico y diacrónico
Saussure considera que no es posible describir plenamente un lenguaje si esto se hace de forma aislada en relación a la comunidad que hace uso de él y a su vez los efectos que el tiempo tiene sobre el lenguaje (su evolución).
Efectivamente, durante el transcurso del tiempo, el lenguaje evoluciona, lo que pone en evidencia que los signos cambian. En consecuencia, Saussure afirma que una lengua puede ser estudiada tanto en un momento particular como a través de su evolución en el tiempo. En este sentido, diferenciará dos modalidades respecto al uso del lenguaje:
Sincrónica: (syncronos, al mismo tiempo) Examina las relaciones entre los elementos coexistentes de la lengua con independencia de cualquier factor temporal. Permite describir el estado del sistema lingüístico, siendo esta descripción abarcativa de la totalidad de los elementos interactuantes en la lengua.
Diacrónica: (diacronos, a través del tiempo) Se enfoca en el proceso evolutivo y se centra en aquellos fragmentos que se corresponden con ciertos momentos históricos.
Para el lingüista que apunta a realizar una descripción completa de un lenguaje determinado, el análisis diacrónico y sincrónico, aunque esto no sea neceario para una comunidad lingüística. Esto significa que cuando se verbaliza el sistema de una lengua, solo intervienen elementos sincrónicos puesto que nadie necesita conocer la historia de una lengua para hacer uso de ella. Por otra parte, los factores diacrónicos no alteran al sistema como tal. Para explicar este punto, Saussure recurre a una metáfora planetaria, diciendo que si un planeta del sistema solar cambiara de peso y tamaño, tales cambios alterarían el equilibrio del conjunto en su totalidad, aunque de todas formas, el sistema solar, seguiría siendo un conjunto.
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Si bien los hechos sincrónicos y diacrónicos son autónomos, existe una relación de interdependencia entre ambos. No es posible conocer el estado de una lengua si no analizamos los cambios que sufrió.
Saussure dirá que el funcionamiento de una lengua es como el ajedrez. El ajedrez es, como el lenguaje, un grupo de valores diferentes que en conjunto, conforman un sistema completo. Las piezas del ajedrez interactuan igual que los elementos de un lenguaje en estado sincrónico. Cuando una pieza se mueve, el efecto es similar a un cambio lingüístico y este le incumbe al análisis diacrónico. Aunque el movimiento sea tan solo el de una pieza, este movimiento afectará a todo el sistema en su totalidad. El estado del tablero ha cambiado: es uno antes de la jugada, y se transforma en otro después, pero la movida, en sí misma, no pertenece a ninguno de esos dos estados (porque los estados son sincrónicos).
La lingüística sincrónica se ocupa de relaciones lógicas y psicológicas que vinculan los términos que coexisten en un sistema, la lingüística diacrónica se ocupa de términos que se reemplazan uno al otro cuando el sistema evoluciona, pero que no forman un sistema.

Forma y sustancia
Si el signo lingüístico no fuese arbitrario, los signos que componen el lenguaje estarían determinados mutuamente por algún elemento externo. El valor lingüístico está enteramente determinado por la existencia de relaciones y por ende, el signo debe ser arbitrario.
Saussure llama "forma pura" a la relación entre el significante y el significado, así como a la que existe entre los distintos signos. Lo hace para recordarnos que no es sino una relación.

El vínculo entre el sonido y el pensamiento en el signo lingüístico produce FORMA y no sustancia

Significación y valor
El lenguaje es un sistema de valores en el sentido en que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas. Si tal vínculo no existiera, sería imposible separar un pensamiento de otro. Los sonidos no se diferencian entre sí más que los pensamientos no expresados. La función del lenguaje no es crear un medio sonoro para expresar el pensamiento sino mediar entre el pensamiento y el sonido, de modo tal que el vínculo entre ambos dé por resultado unidades que se determinen mutuamente.
Existen para Saussure, dos tipos diferentes de significación, una que corresponde al signo tomado en forma aislada y otra, que surge de contrastar ambos signos. La primera clase de significación está subordina a la segunda y para destacar la diferencia la denomina valor lingüístico.

Contraste por valor lingüístico
El signo, en efecto, comunica un valor lingüístico el cual deriva de su contraste con otros signos con los que está vinculado. Por ejemplo: nieve, helado, hielo, glaciar. Cada una se entiende en la medida que se entiende la otra, porque podemos diferenciarlas una de otra. "Helado" no significa "nieve" y "hielo" no significa "glaciar", etc. El principio que distingue el valor del significado, distingue también las formas entre sí y crea el significado.

Contraste formal
A su vez, "nieve" significa lo que significa porque es diferente de "nave" y "nieto" porque poseen formas contrastantes. Si bien la diferencia sonora es mínima, esta es sufienciente para hacer de cada una un signo lingüístico diferente.

Diferencia y oposición
El motor del significado es la diferencia. Para la conformación de un sistema (que opera creando diferencias entre ideas e imágenes sonoras) no se requiere términos positivos. Este puede construirse sobre la base de la negación. Porque si analizamos significantes y significados de forma separada, observaremos que son diferencia pura. Sin embargo, en donde significante y significado confluyen, es donde hallamos el elemento positivo.
La forma de un signo difiere de la de otros signos como forma; el concepto difiere de otros como concepto. Pero el signo en tanto que signo, no difiere de otros signos. sino que se diferencia. La diferencia es algo que puede definirse apelando a un tercer término: La diferencia entre dos y tres es uno. Diferenciarse implica simplemente que dos no es igual a tres.

Relaciones lineales y relaciones asociativas
Entre los signos lo que hay pues, es oposición. En la lingüística sincrónica se distingue una oposición básica de dos tipos de relaciones:
Relaciones lineales: se refiere a los signos complejos o secuencias de signos con dos o más componentes, ordenados en una línea o secuencia significativa: montañas, las motañas, escalar las motañas, escalar las motañas nevadas, etc. .
Relaciones no lineales (formales) asociaciones de forma o de significado o de ambas cosas que los hablantes establecen de manera automática ante cualquier signo: montaña, cabaña, campaña, campiña, campo, campesino, etc.

CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL

Ferdinand de Saussure
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Ferdinand de Saussure
Ferdinand de Saussure (Ginebra, Suiza, 26 de noviembre, 1857 - ídem, 22 de febrero del 1913), lingüista suizo, considerado el fundador de la lingüística moderna.
Estudió sánscrito en Leipzig, Alemania, donde tuvo como influencia a los neogramáticos, que buscaban renovar los métodos de la gramática comparada. Luego se dedicó al estudio de la lengua indoeuropea y publicó a los 21 años Memoria sobre el sistema primitivo de vocales en las lenguas indoeuropeas con tal rigor y método (gramática comparada) que hoy sigue vigente. Al año siguiente publica su tesis doctoral titulada Sobre el empleo del genitivo absoluto en sánscrito, trabajo que le da los méritos para ser nombrado profesor de gramática comparada de la Escuela de altos estudios de París.
Después de trabajar como profesor en una escuela superior en la ciudad de París durante diez años es nombrado profesor de gramática comparada en la Universidad de Ginebra preocupado por los problemas del lenguaje. Fruto de todo ello es la publicación póstuma en 1917 del Curso de Lingüística General, un hito en la historia de la lingüística recopilado póstumamente por sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye basado en las notas de su cátedra, correspondientes a los cursos impartidos los últimos 3 años antes de su muerte.
Aunque la repercusión de esta obra no fue inmediata, en los años siguientes su aporte fue trascendente para el desarrollo de esta ciencia durante el pasado siglo. Asimismo esta obra fue la inspiración del movimiento intelectual que comenzó con la obra de Levi-Strauss, Tristes Trópicos, denominado estructuralismo.
Contenido[ocultar]
1 Ideas lingüísticas
2 Obras destacables
3 Véase también
4 Enlaces externos
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Ideas lingüísticas [editar]
Ferdinand de Saussure publicó a los 21 años (1878) Memoria sobre el sistema primitivo de las vocales indoeuropeas, obra que responde a las ideas de las escuela neogramática. Sin embargo, inmediatamente decide decantarse por la teoría lingüística, pues su labor investigadora le ha llevado a la conclusión de que los fundamentos de la lingüística como ciencia son todavía muy inciertos. Durante tres cursos impartidos en la Universidad de Ginebra entre 1906 y 1911, Saussure somete la lingüística a una revisión teórica que vería la luz tres años después de su muerte en forma de libro con el título de Curso de lingüística general (1916), compilación y ordenación de apuntes de clase elaborada por algunos de sus alumnos. De forma directa, e indirecta en bastantes ocasiones, de ese curso se extraen las siguientes ideas:
la lengua es fundamentalmente (y no por accidente o degeneración como pensaban los comparatistas) un instrumento de comunicación. Existe una arbitrariedad lingüística fundamental que proviene del hecho de que el pensamiento, considerado antes de la lengua, es como una masa amorfa, como una nebulosa, que se presta a todos los análisis posibles, sin privilegiar ninguno; por consiguiente, las formas de organización de las lenguas en cada momento de su existencia no tienen que ver con ninguna función preexistente a la que es la única que tienen: la de comunicar.
frente a los comparatistas, Saussure niega que los cambios lingüísticos puedan alterar la organización de la lengua. La analogía, por ejemplo, lejos de destruir, refuerza las clasificaciones lingüísticas. Según él, tampoco las leyes fonéticas tienen ningún efecto anárquico como pretendían los comparatistas, pues una determinada organización gramatical, desplazada por la evolución fonética, siempre puede establecerse en otra.
el lenguaje, en cualquier momento de su existencia, debe presentarse como una organización, como un sistema (lo que más tarde se denominaría estructura): los elementos lingüísticos no tienen ninguna realidad independientemente de su relación con el todo.
el elemento lingüístico es el signo, es decir, la asociación de una imagen acústica (significante) y de un concepto (significado); en tanto que valor, su poder de cambio consiste en que sirve para designar una realidad lingüística que le es extraña (y que no es su significado, sino que este sirve para llegar a ella) y su poder significativo está condicionado por las relaciones que lo unen a otros signos de la lengua, de manera que no es posible aprenderlo sin reubicarlo en una red de (imbricaciones) relaciones intralingüísticas.

FORMACION DEL LECTOR

Desarrollo y adquisición del lenguaje
Factores que intervienen en el desarrollo y la adquisición del lenguaje de los individuos
Conclusión
FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DESARROLLO
Y LA ADQUISICIÒN DEL LENGUAJE DE LOS INDIVIDUOS
Todo individuo para desarrollar, consolidar y obtener competencias, lingüística y comunicativa, de su lenguaje ha de sufrir o experimentar etapas o fases que según los teóricos le han de ayudar a estructurar propiamente dicho su lenguaje, donde todos han de vivir el mismo proceso evolutivo, con diferencias marcadas propias de la individualidad.
Al ser la comunicación un proceso diario y de importancia para el colectivo, los estudiosos se han enfocado en definir los factores que influyen o determinan la manera de adquirir el lenguaje.
En el siglo V a.c., Panini describió y aisló los sonidos y las palabras del Sánscrito, logrando estructurar de manera orgánica las combinaciones fonológicas, más comunes, con este hecho se pone un precedente para los futuros estudios.
Posteriormente, en los años 1600 d.c los filósofos nominalistas enfocan sus estudios en los procesos comunicativos del hombre, llegando a decir que: " el lenguaje es un medio de transmisión de pensamientos".
En el siglo XX se realizan estudios más precisos en esta área siendo de especial consideración los aportes realizados por: Piaget, Skinner, Chomsky, Sullivan, Ausubel, entre otros, quienes determinaron o expusieron sus ideas sobre el desarrollo y la adquisición del lenguaje, demostrando que existen factores que no determinan de manera directa la adquisición del lenguaje pero si influyen para el desarrollo del mismo.
Se sabe, por estudios realizados en el campo de la neurociencia y de la psicología cognitiva, (Ellis, 1996; Gardner,1996; Jensen, 1996: Jonson Laird, 1990; Calvin, 2001) que nuestro cerebro está neurológicamente preparado para aprender. Tenemos un programa genético predeterminado. Éste incluye la capacidad de aprender los cincuenta y dos sonidos de los lenguajes universales, su entonación y sintaxis. Cuando aprendemos, nos "ponemos al tanto "y / o actualizamos lo que nuestro cerebro ya tiene (Jensen 1996: 6)".
Los niños activan esta capacidad al ser expuestos a su lengua. En la primera infancia su necesidad de comunicación se ve satisfecha con la emisión de palabras; cometen errores, pero no son corregidos a menos que el mensaje sea ininteligible.
Aquí hay una combinación de factores, Individuales, como la edad y sico sociales, el ambiente, que influyen en esa evolución de competencias lingüísticas y comunicativas.
El punto de vista racionalista adoptado por Jacobovits atribuye al niño un dispositivo cognitivo para la adquisición del lenguaje (1968) el cual lo guía en el descubrimiento de las reglas universales de formación del idioma – reglas gramaticales- al cual está expuesto desde su nacimiento.
Esta concepción mantiene que la adquisición de la estructura sintáctica, formal del lenguaje es completamente independiente del conocimiento del mundo o de una "interacción social privilegiada con los hablantes del lenguaje" (Bruner 1998: 174).
Desde este punto de vista, el dispositivo para la adquisición del lenguaje (DAL) sería un programa innato (Gardner 1996; Bruner, 1998) a través del cual el niño, aprendiz de hablante, sería capaz de reconocer regularidades profundas, en la estructura superficial del lenguaje determinado al que está expuesto, gracias a su conocimiento previo de la naturaleza profunda de todos los lenguajes, la cual es "universal" (Brunner 1998:174).
En su llamado "Enfoque Natural", Krashen (1981) especifica, por un lado, que la adquisición del lenguaje es natural y espontánea, siguiendo las reglas internas y tiempos de cada individuo, tal como lo hacen los niños.
El aprendizaje, por otro lado, es la incorporación en forma consciente - y hasta a veces forzada - de reglas gramaticales.
Incluso antes de Krashen, Newmark (1964) afirmó que la atención sistemática a las formas gramaticales de una emisión lingüística (una unidad de sentido expresada en forma oral) no es una condición necesaria para el aprendizaje efectivo de la lengua materna.
Asimismo, Newmark (1964) argumentaba que el recurrir al aprendizaje de reglas gramaticales inhibe el desarrollo de las habilidades lingüísticas, ya que consideraba que el estudiante que es expuesto a estas formas de manera artificial, o sea, en forma consciente y deliberada, se transforma en un hablante lento, inhibido e incapaz de expresarse.
Siguiendo la misma línea de Newmark, Jakobovits (1968) cree que los conceptos establecidos en los estudios sobre la adquisición del lenguaje pueden ser transferidos, esencialmente sin modificación, a la vida diaria y con sentido claro y preciso de información.
En efecto, el proceso de lateralización de las funciones cerebrales, que se completa alrededor de los 13 años de edad, tiene efectos profundos sobre el procesamiento del lenguaje, aumentando la capacidad de análisis consciente, por un lado, pero disminuyendo la capacidad de discriminación fonológica, por otro.
Como contrapartida a los autores dentro del enfoque de "adquisición no forzada", podemos mencionar la posición de Allen (1974), entre otros autores interesados en lo que podemos llamar estilos cognitivos. Allen critica esta posición "naturalista" por parecerle muy general y uniforme, ya que la misma no tiene en cuenta la diversidad de estilos y de situaciones de aprendizaje.
Uno de los mecanismos de compensación que podemos mencionar, como una ventaja que se presenta en el aprendizaje, es el uso de su memoria, la cual no está muy desarrollada en los niños (Ellis, 1996; Fodor, 1983).
Gracias a los conocimientos que provienen de la neurociencia, sabemos que, a nivel neurocientífico, la memoria se define como " la capacidad de generar nuevas sinapsis, y/o cambiar la eficacia de las mismas en la transmisión de la información entre neuronas", (Bodnar 2001). Sabemos, gracias a la neurolingüística, la neurociencia y la psicología cognitiva que el cerebro opera en distintos niveles y que es incentivado por experiencias multimediales. (Gardner, 2000; Fodor, 1983; Ellis, 1996; Duncan, 2001; Oxford, 1990).
A esta capacidad del cerebro para acomodarse a la incorporación de nuevos estímulos o informaciones se la denomina - por lo maleable de las conexiones entre las células nerviosas - "plasticidad neuronal".
Esta característica generalmente va en disminución con la edad, de ahí que la dificultad para memorizar se incremente a medida que la persona envejece (Bodnar 2001).

Por otro lado, desde un punto de vista más sociológico y como fuente de presión o stress, hay algo que los niños no tienen en cuenta y que está hoy en día presente.
Esto es lo siguiente: los adultos saben que el aprendizaje a lo largo de toda la vida debe ser adoptado como base estratégica para su futuro laboral.
Son conscientes hoy en día de que la competencia profesional y las habilidades necesarias para el trabajo cambian constantemente; por ello la clave en la sociedad de la información es el ya conocido "aprender a aprender", situación que desconocen los niños quienes no entienden o valoran de manera plena el aprendizaje del lenguaje, por lo tanto, la edad es un factor de suma importancia en la consolidación y madurez lingüística (competencia comunicativa y lingüística).
Ante estas diferencias mencionadas, podemos concluir que, si se aplican los conceptos sobre la adquisición de la lengua, se cae en el error de generalizar el proceso como común a todos los individuos, sin tener en cuenta diferencias de estilos y necesidades de aprendizaje.
La incorporación de vocabulario y estructuras se lleva a cabo en formal gradual y casi diríamos, "natural" en términos de conciencia racional: los chicos pueden aprender el idioma "jugando", incorporando frases que resulten de la necesidad de comunicación en situaciones reales especialmente preparadas para que el niño "construya" a través de su experiencia.
En esta concepción la teoría del aprendizaje a edad infantil, es natural y sabido, por ejemplo, que los niños aprenden su lengua en forma oral ( Bruner, 1998), aprendiendo palabras en el inicio de su aprendizaje, pasando después a frases cortas hasta llegar a la construcción de oraciones más complejas.
Como ya ha sido mencionado anteriormente, a los niños no se los corrige, al cometer un error, el instructor recurre al "eco" o paráfrasis (Skinner), repite en forma correcta lo dicho por el niño. Si éste tiene suficiente madurez lingüística como para corregirse, entonces lo hará; si no es el caso, el instructor deja pasar el error, aunque si su edad es mayor (operaciones formales: Piaget), el individuo reconocerá su error de manera involuntaria.
Esta percepción anteriormente mencionada es lo que Krashen (1981) llama "el monitor", un dispositivo mental que "avisa" que lo que se está expresando es erróneo.
Cuando este monitor se ha desarrollado en su medida justa, contribuye a la autonomía del alumno en términos de precisión y corrección en la expresión. Sin embargo, cuando este monitor se encuentra híper-desarrollado a causa de un entrenamiento muy severo en términos de gramaticalidad, el resultado es un hablante lento y dubitativo, sin confianza en sí mismo y confirmando mentalmente cada palabra que emite.
Por otro lado, cuando este monitor no ha sido desarrollado, como consecuencia de un entrenamiento informal y sin reglas gramaticales de construcción, el resultado es un hablante impreciso y una producción repleta de errores que impiden una comunicación eficiente. Otra diferencia que se debe considerar para el aprendizaje y consolidación del lenguaje, de acuerdo a la edad –se presenta en el campo de la metacognición.
Una marcada característica distintiva que presentan los adultos es la conciencia que tienen de su propio proceso de aprendizaje: su metacognición (O´Malley, 1993), la cual se desarrolla a una edad no temprana, pasada la adolescencia. O´Malley define el conocimiento metalingüístico como ‘la habilidad de reflexionar acerca de las formas y estructuras de un idioma y de analizarlas y la habilidad de "hablar acerca del idioma" ‘(O´Malley 1993: 121).
Los estudiantes adultos, a través de su metacognición, "saben cuándo no saben". En el caso del aprendizaje del idioma, se requiere de un instructor experimentado y conocedor del tema de la enseñanza en segundas lenguas en la edad adulta para poder guiarlo eficientemente, para poder enseñarle a aprender y para no frustrarlo con exigencias o técnicas no adecuadas a las características del estudiante en cuestión.
De no ser ese el caso, situación muy frecuente en nuestros días, el estudiante culpa su falta de éxito a su "poca capacidad lingüística", lo cual, si bien es posible que su habilidad lingüística no sea muy buena por el hecho mismo de no haberse ejercitado desde edad temprana, no significa que no pueda aprender y alcanzar el objetivo de poder comunicarse en forma eficiente. "Las mentes son creativas e impredecibles" (Calvin, 2001: 15).
Un buen entrenamiento lingüístico puede compensar esta "inteligencia lingüística poco entrenada", lo cual no significa que la persona no sea "inteligente" en otras áreas. (Gardner,1998; Calvin, 2001).
Como ya hemos visto, entonces, el punto medio está dado por la identificación de los diferentes estilos cognitivos de cada estudiante y proveer una metodología adecuada.
Aunque debemos tener presente lo manifestado por Ch. Hockett: "Entre los cuatro y los seis años, el niño normal es lingüísticamente adulto. Controla ya – con alguna excepción marginal, si la hay- el sistema fonológico de su lengua; maneja cómodamente su núcleo gramatical; conoce y usa un vocabulario básico de contenientes. Desconoce aún, por supuesto, un vocabulario numeroso de contenientes, pero esta situación perdurará, en cierta medida, durante toda su existencia."
CONCLUSIÒN
Toda conducta es procesada por el cerebro, en definitiva por neuronas. Es decir, el pensamiento es generado por neuronas que integran toda la información necesaria para realizar el análisis de una determinada circunstancia.
En tal sentido siendo el lenguaje una acción única de los seres humanos, también es controlada por el cerebro, es decir, el cerebro es el banco lingüístico por excelencia, allí radican los pensamientos y la organización del todo somantico de los individuos.
En el desarrollo y adquisición del lenguaje intervienen múltiples factores que determinan el grado de madurez de las competencias lingüísticas y comunicativas de los individuos, donde es importante determinar que los factores individuales como la edad, la motivación, la inteligencia, la atención y la memoria son factores básicos para desarrollar el lenguaje pero al mismo tiempo los factores sico-sociales deben ser integrados, es decir, los adultos responsables deben ayudar al niño en su proceso de desarrollo lingüístico porque dicho proceso se retardara si ellos no lo estimulan. Sabiendo claro, que el lenguaje como proceso de aprendizaje, es perpetuo y perenne, en el individuo donde se modificara en interacción con el medio en el cual se desenvuelva.
Por tanto podemos concluir, que la adquisición del lenguaje es innato en el ser humano, pero que para ser desarrollado deben intervenir múltiples factores de manera tal que permitan una construcción gradual y sistemática de las competencias lingüísticas necesarias para la realización plena.
Ante estas diferencias mencionadas, podemos concluir que, si se aplican los conceptos sobre la adquisición de la lengua, se cae en el error de generalizar el proceso como común a todos los individuos, sin tener en cuenta diferencias de estilos y necesidades de aprendizaje.

GOMEZ JOSÈ
MONTILLA ATALA
TORREALBA FRANCISCO